domingo, abril 12, 2009

a 3.600 minutos la hora

NO dejo de correr en mi máquina del tiempo a veinticuatros horas el día. Algunas veces tan rápido que no entiendo a los que se cruzan en mi vida, otras veces tan lento que pasan de largo y ni siquiera los he saludado.
Al menos ayer por la tarde sincronizamos los relojes unos amigos y nos dimos unas revoluciones por minuto asaltando el casco antiguo de Coria para descubrir una casa libre de pestes y epidemias, una catedral que parece más grande por fuera que por dentro debido a los pasadizos secretos, unas vistas a las casas ilegales del río, un puente sin curso de agua y que algunos se hicieron las espaldas cisco subiendo cantos del Alagón.

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