jueves, abril 23, 2009

gusanitos

Esta tarde me he cruzado por la calle con el hombre que nos vendía golosinas de niño. Me han venido a la cabeza los puntos a donde nos dirigíamos cuando salíamos los domingos con la pequeña paga de entonces. Estaba el kioskero habitual, el gruñón y el carero. El primero era nuestro lugar de encuentro, si estaba cerrado (aunque nadie pensara en esos tiempos que la cara que asomaba por el ventanuco tuviera una vida fuera de ahí) intentábamos con el gruñón que siempre te daba las cosas con mala leche y si todo fallaba recurríamos al carero. El de esta tarde era el carero, iba con sus años a cuestas, más o menos igual que entonces, los pantalones de tela, jersey y camisa y las zapatillas deportivas del carreful que causan furor en la tercera edad. Con cierre de velcro y todo. Es lo que tiene la sección de textil del carreful que no diferencia edades y si la oferta es buena puede haber cuatro generaciones distintas vistiendo exactamente igual. Quedais avisados.

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