Es raro estar trabajando mientras sabes que los amigos están a doscientos metros disfrutando de sus vacaciones, mientras que generalmente viven a 250 kilómetros en mADRID. Aún así tampoco se tiene el ritmo normal de otras fechas e incluso cuando llega algún encargo no te lo tomas con el mismo cuerpo.
Imagino que hasta que no entre el nuevo año (y otro más que cae) y comencemos a reordenar la cabeza fuera de fiestas, cenas, reuniones y demás no habrá una normalidad entre las nEURONAS, si es que alguna queda.
Yo por si acaso y parafraseando a eL úLTIMO kE zIERRE:
" sigo alimentando a la neurona que mejor me va".
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