martes, diciembre 19, 2006

224_vOLANTE

A parte del nombre de más de cien restaurantes de carretera el volante se acaba convirtiendo queriendo o sin queres en unos de nuestros amigos inertes más conocidos y sobados.
Ayer volviendo con una niebla londinense me cruzaba con vehículos que se obstinaban en llevar las luces largas intentando alcanzar más visión cuando estas luces no ayudan en nada, ¿realmente sabemos conducir? Usease, si aparece algún imprevisto fuera de los veinticinco grados y soleado la mayor parte de nosotros comenzamos a cometer error tras error: usar cadenas, saber ponerlas, saber usarlas, las antinieblas, las luces largas... los amigos intermitentes. Como casi todo se acaba dejando para el "ya irá aprendiendo" y después pasa lo que pasa.
Ahí tenemos la noticia a cien metros de mi casa de los dos jóvenes que atropellaron el viernes a un anciano y según testigos el copiloto salió por la ventanilla para quitar el cadáver del capó a unos sesenta metros y salir huyendo. Y no es cine de taRANTINO.
Voy a ver si me agarro otro rato a mi vOLANTE.

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